¿Qué es la silimarina y cómo puede ayudar al hígado?
La silimarina es una sustancia natural que proviene de las semillas del cardo mariano (Silybum marianum). Desde hace siglos se ha utilizado como remedio natural para proteger el hígado, pero en los últimos años ha ganado popularidad especialmente entre quienes padecen hígado graso.
Hoy en día, la silimarina se encuentra en suplementos y productos farmacéuticos que prometen ayudar a «limpiar el hígado» o «mejorar la función hepática». Pero… ¿es esto cierto? ¿Realmente puede revertir el hígado graso?
En este post quiero hablarte un poco sobre este tema.

¿Por qué se habla tanto de la silimarina para el hígado graso?
El hígado graso — ahora llamado esteatosis hepática asociado a disfunción metabólica — es una acumulación anormal de grasa en el hígado. Suele estar relacionada con una dieta rica en azúcares y grasas, el sedentarismo y el sobrepeso. En etapas tempranas no presenta síntomas, pero si no se trata puede avanzar a inflamación (esteatohepatitis), fibrosis o incluso cirrosis.
La silimarina ha captado la atención de la comunidad médica y científica porque se piensa que actúa protegiendo a las células del hígado (hepatocitos) del daño causado por los radicales libres (oxidación), además de estimular la regeneración celular y reducir la inflamación hepática.
Estudios en animales han mostrado que la silimarina puede ayudar a reducir los niveles de enzimas hepáticas (ALT, AST), mejorar la resistencia a la insulina y disminuir los marcadores de inflamación de hígado graso.
Pero ojo: que tenga efectos positivos no significa que por sí sola sea suficiente para “curar” el hígado graso. Y aquí es donde entra en juego lo que muchos médicos compartimos desde la experiencia clínica.
¿Puede la silimarina curar el hígado graso? Lo que dicen los estudios

Desde el punto de vista científico, existen ensayos clínicos que apoyan el uso de la silimarina como coadyuvante (es decir, complemento) en pacientes con hígado graso. Por ejemplo, un estudio publicado en PubMed (PMID: 32065376) mostró que una combinación de silimarina y otros extractos vegetales ayudó a mejorar los niveles de triglicéridos hepáticos y a reducir parámetros inflamatorios.
El mecanismo de acción más reconocido es el efecto antioxidante: al neutralizar los radicales libres, la silimarina evita el daño celular dentro del hígado. También hay evidencia de que regula las membranas celulares y estabiliza enzimas hepáticas, lo que mejora la función general del órgano.
Sin embargo, es importante subrayar que la gran mayoría de estos estudios aclaran que los mejores resultados se obtienen cuando la silimarina se combina con cambios en el estilo de vida: dieta equilibrada, ejercicio físico regular y pérdida de peso.
Desde mi experiencia atendiendo pacientes con hígado graso, lo primero que siempre dejo claro es que la alimentación y la actividad física son lo primordial, y que la silimarina puede ser una aliada, pero no reemplaza el tratamiento de base.
La clave sigue siendo la alimentación y el ejercicio (y cómo la silimarina puede sumar)

La base del tratamiento del hígado graso sigue siendo la modificación del estilo de vida: una alimentación baja en azúcares y grasas saturadas, el aumento del consumo de vegetales y proteínas de calidad, y la actividad física aeróbica regular (mínimo 150 minutos semanales).
¿Dónde entra la silimarina? Como complemento, puede ser útil especialmente en pacientes con elevación persistente de transaminasas o que necesitan un apoyo hepático extra. En consulta, suelo indicar silimarina a aquellos pacientes que ya están comprometidos con su dieta y ejercicio, y que desean potenciar su recuperación.
La idea nunca es crear una “falsa esperanza” en un suplemento milagroso. De hecho, les explico que no es un tratamiento per se para el hígado graso, sino un recurso que puede ayudar al hígado a regenerarse más rápido mientras ellos hacen su parte.
Es decir: si no comes bien y no te mueves, la silimarina no te va a salvar. Pero si estás haciendo las cosas bien, puede darte un pequeño impulso adicional.
Qué opinan los médicos: uso real de la silimarina en pacientes
En la práctica médica diaria, el uso de silimarina está bastante extendido. Especialmente en pacientes que presentan síntomas como pesadez abdominal, digestión lenta, elevación de enzimas hepáticas o antecedentes de hígado graso.
Como médico, me encuentro con muchos pacientes que llegan preguntando por “algo natural para el hígado”. En esos casos, la silimarina es una de las opciones, junto con otras que se deben estudiar durante la consulta medica.
Sin embargo, también es común ver pacientes que piensan que tomar silimarina les da carta blanca para seguir comiendo mal. Por eso, parte importante de mi trabajo es educar, explicar que el suplemento por sí solo no va a revertir el problema, y que si no se corrigen los hábitos, ningún producto tendrá efecto real.
En resumen: sí se usa en la práctica clínica, pero siempre como complemento, nunca como tratamiento principal.
Conclusión: ¿vale la pena tomar silimarina si tienes hígado graso?
La silimarina no es una cura milagrosa para el hígado graso, pero sí puede ser una herramienta útil en el contexto de un tratamiento integral.
Desde mi experiencia atendiendo pacientes, puedo decirte que cuando se combina con una buena alimentación y ejercicio, la silimarina puede ayudar al hígado a recuperarse más rápido y mejorar los marcadores hepáticos.
Lo importante es entender que la clave está en los hábitos, y que ningún suplemento funcionará si no se hacen cambios reales en el estilo de vida. Pero si estás en el camino correcto y buscas un aliado natural, la silimarina es una opción segura, con respaldo científico y décadas de uso.
En resumen: sí puede ayudar, pero no sola. El verdadero tratamiento está en tu plato, tus zapatillas deportivas y tu compromiso con tu salud.